Capítulo 5


Capítulo 5 Cortando el Nudo Gordiano


Ciudad Bahía de Osaka, una ciudad para planeamiento de proyectos descartada a mitad de camino. Normalmente es una ciudad fantasma sin un alma rondando, y su símbolo de la ruina, el Domo de la Bahía, ahora estaba copando su capacidad con una incontable cantidad de personas: todos han venido a ver el Festival de Arte de la Espada de las Siete Estrellas, el festival de los aprendices de caballero de Japón.

¡Tú fuiste la que pidió un cuatro contra uno! ¡Muéstranos un buen espectáculo, Princesa Carmesí!

¡También es hora de que Akatsuki nos muestre de qué es capaz!

¡No pierdas contra ellos, Mikoto-chan!

La señal de inicio del cuarto enfrentamiento del Bloque B, el enfrentamiento con la regla cuatro-versus-uno sin precedentes, ya había sonado.

El entusiasmo por esta irregularidad había sacudido a la multitud con frenesí.

Pero este sentimiento estaba limitado a las gradas.

En medio de ese remolino de entusiasmo, el corazón de Yui Tatara de la Academia Akatsuki ardía con una emoción distinta mientras se encontraba en el ring.

Y esa emoción era furia.

¡Cómo se atreve a menospreciarme...!

Naturalmente, esa furia estaba dirigida hacia Stella. Ella había sido la que sugirió un cuatro versus uno. En otras palabras, creía que podía someterse a una desventaja numérica y aun así derrotarlos. Dejando de lado a Mikoto Tsuruya la oponente original de Stella, quien hubiera deseado esta situación de todas formas, este era un desarrollo favorable para ellos quienes estaban aquí para dominar el Festival de Arte de la Espada. Pero para Yui, quien había sido forzada a subir al escenario, esto no podía ser más fastidioso—menospreciándola a tal extremo de una manera insoportable.

¡Haré que te arrepientas por considerarte tanto...!

“Oye, Hiraga. Este es un enfrentamiento oficial. Declararán que fue un accidente si mato a mi oponente, ¿no?”

“Jej jej jej. Sí, por supuesto. Nuestro cliente lo entenderá—Tsukikage es un caballero, después de todo.”

“Jejeje. ¡Entonces no me contendré con ella!”

Habiendo recibido el consentimiento de Hiraga, quien estaba sirviendo como supervisor del enfrentamiento, mostró los colmillos con una sonrisa.

“¡No me contendré esta vez! ¡Come hasta saciarte, Gran Ciempiés!”

Conforme sonreía, jaló del cordón de arranque de su Dispositivo con forma de Motosierra, Gran Ciempiés.

Las cuchillas como extremidades volvieron a la vida con un sonido como los agudos alaridos de los que agonizan. Blandiendo su aullante arma en lo alto, Yui arremetió contra Stella.

¡Yui Tatara de la Academia Akatsuki se encuentra en la ofensiva, con un fuerte asalto sin titubeos! Por el otro lado, Stella... ¡¿qué?!

De repente, el comentarista se quedó sin palabras. La razón yacía en las manos de Stella.

¡Stella aún no ha materializado su Dispositivo! ¡¿Qué significa esto?!

De manera similar, se oían alaridos en las gradas.

¡Qué diablos estás haciendo! ¡Desenvaina tu espada!

Oye, ¿acaso no sonó ya la señal del inicio? ¿Será que no entiende japonés?

No, si se dijo en inglés. Pero entonces, ¿por qué aún no ha desenvainado?

No entendían por qué Stella todavía no había desenvainado su arma para enfrentar a su oponente.

Pero mientras estas dudas se extendían, la batalla seguía en marcha. Con su cuerpo casi abrazando el suelo y su largo cabello negro detrás de sí como una serpiente, se acercó a Stella y con un grito de—

“¡¡¡Muere!!!”

—dirigió un ataque brutal hacia su indefensa cabeza con su Gran Ciempiés.

Era un golpe muy amplio, un ataque muy directo—que difícilmente supondría un problema para Stella quien poseía capacidades atléticas más allá de la norma. Con un ligero balanceo de su cuerpo hacia atrás evadió la aullante sierra.

“¡¡¡Gyaaaa!!!”

Pero Yui parecía impávida por la evasión, empleando su fuerza en una serie de balanceos temerarios. Su destreza era torpe, su manejo del arma como un niño jugando a ser samurái. Pero su arma, la motosierra, marcaba la diferencia. Como una hoja alimentada con magia, no requería técnica—incluso el mero roce de la sierra cortaba y astillaba el piso especialmente preparado del ring mientras iba por Stella.

¡Tatara está sacrificando defensa para una increíble ofensiva—! ¡Blandiendo su motosierra poderosamente, ataca y ataca!

Por más bruto que sea su manejo del arma, será difícil seguir evadiendo ese número de ataques. Stella tenía que enfrentarla con su espada. Pero a pesar de eso, aún no había desenvainado Lævateinn.

¡Tatara está atacando a todo vapor! ¡Está persiguiendo a Stella, sin dejarle tiempo para respirar! ¡Qué prodigioso asalto, es casi como un tornado! ¡Su técnica es bastante cruda, y como tal hay muchas oportunidades para explotar... pero Stella sigue con las manos vacías!

¡Uwaa! ¡Esa precisión de recién fue algo muy arriesgado!

¿Acaso Tatara está comprendiendo gradualmente sus movimientos?

¡Es aterrador con solo mirar! ¡Date prisa y saca tu espada!

Su oponente había atacado con toda su artillería desde la señal de inicio, y aun así Stella persistía en no desenvainar su espada—sus acciones llenaban el estadio con voces de confusión. En qué diablos estaba pensando, se preguntaban. Pero sus dudas serían contestadas por el hombre encargado del análisis—ex participante de la Liga-A del Rey de Caballeros, Muroto.

Probablemente está midiendo el ritmo de ataque de su oponente.

¿Midiendo... el ritmo de los ataques?

En el tercer enfrentamiento del Bloque B esta mañana, Tatara se enfrentó a Niidome de la Academia Rentei. Su golpe con el hacha fue repelido por una fuerza desapercibida, y ella aprovechó el gran efecto de retroceso para cortar y derrotarlo. Su habilidad definitivamente es el reflejo de la fuerza—un poder orientado a un combate increíblemente potente. Uno mismo podría ocasionar una gran chance para el contrario y autodestruirse si uno lo ataca de manera temeraria... y dado el poder ofensivo de Stella, no bastará con llamarlo simplemente ‘chance’.

Después de todo, el Arte Noble de Yui Tatara, Reflejo Total, era una habilidad que se incrementaba proporcionalmente al poder de la fuerza ofensiva del oponente. Si la fuerza excepcional de Stella fuera a reflejarse, no sería extraño ver que sus brazos se rompan.

En cualquier caso, uno necesita evitar el proceso de reflejo con el fin de derrotar a los Reflectores como Yui Tatara. Como tal, la estrategia de Stella de observar el rimo de su oponente sin materializar su Dispositivo y no dejar que su oponente descubra sus ataques es correcta.

En otras palabras, intenta ocultar sus cartas hasta el último momento, para luego derrotar a Tatara de un solo golpe antes de que pueda usar su habilidad. Esa es la estrategia de Stella, ¿estoy en lo cierto?

Así es como lo veo yo, sí.

Sentado en las gradas, el amigo de Stella, Alice recordó cierto evento ante las palabras de Muroto.

“De alguna forma, ella me recuerda a Ikki en aquel momento. Lo recuerdas, ¿Shizuku?”

“Nunca olvido algo acerca de Onii-sama. Te refieres a la vez en que luchamos contra Rebelión en el centro comercial, ¿no?”

Eso ocurrió antes de los enfrentamientos de selección intraescolares. Mientras se encontraban en el centro comercial, habían sido atacados por un grupo de saqueadores de Rebelión. Su líder era un hombre llamado Bischof, quien blandía una habilidad muy parecida a la de Yui.

“En ese momento, Stella había estado junto a Onii-sama—definitivamente recuerda su estrategia por haberla visto.”

En esa ocasión, Ikki había ejecutado un corte que excedía la visión dinámica de Bishou mientras ocultaba su espada, y de esa manera atravesó su Reflejo. Evadir el Reflejo usando un ataque de super alta velocidad que supera la velocidad de reacción del Reflector era la manera más efectiva y correcta para lidiar con un oponente Reflector.

“Sin embargo, existe un problema si Stella quiere imitar a Ikki.”

“¿Y cuál es ese problema?”

La Caballero de Bata Blanca Yakushi Kiriko, quien había permanecido con ellos luego de ver el enfrentamiento entre Ikki y Moroboshi, preguntó.

“Velocidad. Ciertamente, Stella-chan utiliza una gran espada que goza de un poder destructivo sin igual, pero su velocidad está muy lejos del Raikou de Ikki. Además, como su longitud supera la altura de un ser humano, su balanceo tiene que ser más amplio. Aun así, ¿puede producir una velocidad a la par de Raikou? Me lo pregunto.”

No, aunque sea capaz de hacer eso, ¿realmente puede engañar a la famosa integrante de Rebelión, la Inmutable...? Habiendo sido parte una vez de Rebelión bajo el apodo Assassin Negro, Alice se sentía incómodo. Su incomodidad no pudo evitar empeorar, ya que conforme perseguía a Stella blandiendo su motosierra, Yui soltó una pequeña risita.

¡Esa mujer idiota...!

Se burló de la frivolidad y el disparate de su oponente.

Bueno por supuesto que yo no tendría tiempo de activar mi habilidad si me derrotan antes de que pueda discernir qué está sucediendo. Esta era la línea de pensamiento correcta, pero—

—no te atrevas a agruparme con ese pequeño gamberro de Bischof. ¡Yo fui criada en un clan de asesinos que sirvieron a Rebelión de generación en generación—sicarios profesionales!

Era distinta a Bischof, quien había pisado los caminos fraudulentos por propia diversión. Ella fue criada para ser una asesina natural. No había nada bueno o malo sobre eso. El entrenamiento había sido duro: con el fin de que sea capaz de usar Reflejo Total cuando sea y donde sea, su propio padre había tratado de matarla desde que tenía tres años. Aquellos días sin dormir donde una bala podía volar en cualquier momento continuaron por diez años, provocándole ojeras casi imposibles de borrar... y también una concentración y visión dinámica suficiente para percibir cada bala en una lluvia de fuego. De esa manera, disparos de armas de fuego, explosiones, cortes, incluso las habilidades usadas por los Blazers—ella podía reflejar cualquier amenaza, persiguiendo a su objetivo paso a paso de manera inexorable hasta que sea eliminado.

Era este estilo de lucha el que le había otorgado su apodo de Inmutable. Sus ojos eran tales que había podido percibir claramente la demostración de Ikki del estilo de espada de Edelweiss. Por eso, era imposible engañar a La Asesina Inmutable. Por más que uno intentara ocultar su agresión, esperando por una oportunidad para atacar—ese momento nunca llegará.

¡Y por eso, no tengo motivo para seguir jugando con una oponente que no tiene opciones!


“¡Rinna! ¡Atrápala—!”

Rugió con ferocidad, llamando a una joven señorita junto a un león negro quien había logrado arrimarse detrás de Stella mientras ésta se ocupaba de esquivar los ataques salvajes de Yui—la Domadora de Bestias Rinna Kazamatsuri.

“¡No te atrevas a darme órdenes! ¡No necesito tus palabras!”

Respondió, no obstante actuó como Tatara había deseado. Cuando portaba el Collar de Subordinación, el Dispositivo de Kazamatsuri, su león, era capaz de utilizar Artes nobles—en este caso, manipulando el concepto de interrupción.

“¡Encógete de miedo! ¡Presión del Rey!”

“¡Guuooohhhhh—!”

“¡Tch...!”

Un estallido se dirigió hacia Stella por detrás de ella, justo desde su punto ciego. Al tener su atención enfocada en Yui, no podría evadir este golpe. De las fauces totalmente abiertas del león salió disparado un torrente de sonido que la golpeó por completo, privándola de toda su movilidad.

¡Aaah! ¡Esto es malo! ¡Stella fue atrapada por el Arte Noble de la Domadora de Bestias, Presión del Rey, la misma que le quitó la habilidad de moverse a Komashiro de la Academia Bunkyoku en la primera ronda! ¡Es imposible que Tatara deje pasar esta oportunidad crítica!

“¡Acabaré contigo antes de que desenvaines! ¡Sigue encogiéndote del miedo y muere!”

La hoja de la sierra rugió conforme Tatara trazaba un arco horizontal hacia Stella, incapaz de moverse debido a Presión del Rey, y la golpeó justo en su indefenso vientre.

“¡Raaaahh!”

Con un poderoso balanceo, Yui mandó a volar a Stella.

Entonces—

“¡Embestida del Rey!”

—otro golpe llegó por las dudas. Fue la embestida de un león mágicamente fortalecido, una bestia que ya poseía una masa y una fuerza que por lejos superaba a la del hombre. Como tal, era de esperarse que Stella, cuyo peso era el de una chica normal, fuera empujada con facilidad, rebotando como una pelota de goma y saliendo del ring.

La fuerza la arrojó contra el muro de concreto situado debajo de las gradas de espectadores, y con el choque y una nube de revoque, una parte de la mampostería se derrumbó.






¡Un agudo golpe! ¡Tatara y Kazamatsuri con un combo de dos golpes! ¡Sacaron volando del ring a Stella—terrible, un daño terrible!

¡Wow... eso fue horrible!

¿Está muerta?

Las gradas quedaron en silencio conforme atestiguaban algo de alguna manera más grotesco que una hemorragia: un ser humano que sale volando como una bala.

En ese extraño silencio, el sistema PA comenzó la cuenta regresiva. Si no era capaz de retornar al ring en diez conteos, se la declarará como derrotada.

Stella no puede salir, se encuentra enterrada bajo esa pila de escombros y polvo. Pero esa pared debería ser capaz de soportar un cañonazo directo de un tanque—que se haya destruido nos deja en claro la severidad del daño que ella debe haber recibido. ¡¿Podrá regresar al ring antes de los diez conteos?!

¡Oye, oye, levántate!

Estaba muy emocionado de saber cómo es la famosa Princesa Carmesí...

¡Un cuatro contra uno fue muy insensato después de todo! ¡La golpearon por detrás con demasiada facilidad!

¡Pueden escuchar la decepción en las gradas! No puede evitarse—¿quién hubiera pensado que la Princesa Carmesí, una favorita para el título, se encontraría en tal peligro de derrota tan fácilmente?

Muroto negó con la cabeza ante esas palabras.

No. En cualquier caso este enfrentamiento no resultó en algo inesperado. Mejor dicho, era un hecho.

¿A-A qué te refieres, Muroto-pro?

Estoy diciendo que luchar solo contra múltiples oponentes es así de difícil. En cuanto a números, estamos hablando de un cuatro contra uno, pero si factorizamos en la diferencia en el número de ataques, la variedad de estrategias que pueden surgir de la combinación de las distintas habilidades y procesos de pensamiento, la diferencia en poder de batalla no está a la par de los números. Bien podría llegar a ser cinco o diez veces más que eso. Ciertamente podría decirse que la Princesa Carmesí se encuentra en un nivel de una en un millón, pero a pesar de eso esta desventaja no es pequeña—y el hecho de que haya sido golpeada por la espalda con tanta facilidad es la prueba de ello. Además, este campo de batalla también es un problema.

El campo, ¿dices?

Sí. Como puedes ver, el ring del Festival de Arte de la Espada es un círculo llano sin coberturas de ningún tipo. No hay lugar a donde esconderse ni lugar donde ocultar tus movimientos. Este ambiente resulta funcional para aquellos que cuentan con ventaja numérica. La distancia en poder se incrementa cuando también factorizas esto.

Entonces quieres decir que este resultado era de esperarse.

Muroto asintió ligeramente.

Está bien tener confianza, pero enfrentar a cuatro personas al mismo tiempo es insensato, burdo y simple. Vermillion es una caballero Rango-A brillante, pero sus oponentes no son para nada sumisos.

La Princesa Carmesí había subestimado los terrores de una batalla contra los números. Shizuku puso un rostro amargo conforme escuchaba el análisis de Muroto desde su lugar en las gradas de espectadores.

“¡¿Qué rayos está haciendo esa chica?!”

“Shizuku...”

“Soy una idiota—cuando ella pidió tan confiada un enfrentamiento cuatro contra uno, yo esperaba que ella se hubiera vuelto más fuerte en su entrenamiento con Saikyou-sensei. ¡Tener confianza es una cosa, pero que haya sido así de descuidada no tiene sentido!”

“Ciertamente, que la hayan tomado por sorpresa por la espada fue demasiado descuidado.”

“¡En serio...!”

No pudo evitar expresar su enojo a borbotones. Pero desde donde ella estaba, este enojo era normal. La pareja de su hermano, Stella, había ocupado ese lugar único en su corazón, el que tanto deseaba Shizuku... luego se levantó y se fue a alguna parte sin aviso, preocupándolo muchísimo. Eso era algo difícil de perdonar sin importar qué. Y además de eso, la que sugirió la regla modificada y suicida cuatro contra uno que había llegado al resultado actual no había sido otra más que ella. Eso lo empeoraba aún más.

A pesar de que había hecho esa promesa de enfrentarse a su hermano en las finales... a pesar de que su hermano había luchado por ese compromiso, superando a un enemigo tan difícil...

“Si pierde aquí... si traiciona la promesa que hizo con Onii-sama.” Shizuku habló venenosamente, con sus pequeños puños temblando. “¡Bajaré al ring y le arrancaré la vida yo misma!”

Kurono sonrió irónicamente desde al lado de ellos ante la seriedad en su voz.

Desearía que no dijeras eso en frente de mí—sigo siendo una profesora, ¿sabes?

Bueno, ella sabía lo mucho que Shizuku amaba a su hermano, y por eso podía comprender su enojo ante la decepcionante actuación de la novia de su hermano. Si estaba hablando meramente por enojo, Kurono no la culparía.

“Pero no deberías culpar tanto a Vermillion.”

“¿...Por qué? Está haciendo de sí misma un hazmerreír.”

“Bueno, si tuvieras que culpar a alguien por eso, tendría que ser a su profesora.”

“¿A su profesora?”

La culpa por haber pedido una batalla cuatro contra uno y no poder lidiar con las desventajas de dicha pelea y ser aplastada patéticamente no yacía en Stella, ¿sino en Saikyou? Incapaz de comprender el razonamiento de Kurono, Shizuku lo pensó un poco más.

“¿Está diciendo que los métodos de enseñanza de Saikyou-sensei fueron inferiores?”

En respuesta, Kurono mostró una sonrisa irónica—no, fue más como la sonrisa de un niño con zapatos nuevos, como si estuviera esperando a que suceda algo interesante.

“Supongo que esto estaba destinado a pasar si ella hubiera logrado superarlo de manera estrafalaria. Verás, ese combo no golpeó a Vermillion porque fue descuidada, sino porque a ella le resultó muy tedioso esquivarlo.”

“¿Eh?”

En ese instante, sucedió. Con un estruendo que resonó en todo el estadio, un pedazo de escombro gigante que podría pesar una tonelada salió disparado hacia el cielo desde donde se encontraba encima de Stella.

“¡¿Qu—?!”

Ante ese sonido, los ojos de Shizuku regresaron al ring.

Naturalmente, la que se lo había quitado de encima era Stella, quien había estado enterrada bajo él. Habiéndose quitado los escombros encima de sí con un golpe hacia el cielo de su puño derecho, regresó al ring de un ligero salto—justo a tiempo del conteo ocho... y sin rasguños por la embestida ni por el golpe en el estómago, casualmente se limpió el polvo restante en su uniforme.

Y murmuró como habiendo comprendido algo.

“...Hmm. Eso es todo lo que tienen, ¿huh?”






¡¿Qu-Quééé?! ¡Habiendo recibido golpes directos de la Embestida del Rey y del Gran Ciempiés, Stella salió del ring! ¡Pero al octavo conteo, regresó al ring sin prisas—y, y... a pesar de que su uniforme se desgarró en varios lugares, ella no tiene ni un rasguño! ¡¿Qué rayos es esto?!

Su estado de indefensión provocó que tanto el comentador como la audiencia armaran un alboroto. Pero Yui, quien había atacado, ya conocía la razón. Antes, cuando su barrida horizontal dado en el estómago de Stella, ella no sintió su carne en absoluto. EL Gran Ciempiés sólo había cortado su uniforme, pero no había logrado devorar su piel.

¿Por qué? La razón era poder mágico. Antes, en la batalla entre El Peor y el Rey de la Espada de las Siete Estrellas, Yuudai Moroboshi se había envuelto a sí mismo en una armadura creada con su propio poder mágico, usándolo como barrera contra los impactos. La efectividad de tales barreras depende de la cantidad de poder mágico que el usuario posea. Y el poder mágico de la Princesa Carmesí Stella Vermillion podía considerarse como uno de los mejores en todo el mundo, por lo que la barrera que subconscientemente creó para sí misma estaba lejos de ser ordinaria, fue lo suficientemente fuerte para permitirle recibir los golpes vigorosos de Yui y Rinna de frente y aun así cancelar todo el daño que debería haber recibido.

Stella se había dado cuenta de esto, y como tal había dejado de esquivar conscientemente. No sentió que fuese necesario hacerlo. Esta verdad lastimó profundamente el orgullo de Yui.

“Bastarda... cuánto más me mirarás con desdén, jugando de esa manera...”

Stella respondió sin disculparse.

“No pongas una cara tan aterradora. Esto era inevitable. Después de todo, mi oponente hasta ayer fue la caballero más poderosa de la región Pan-Pacífica.”

Con toda honestidad, Stella no trataba de humillar intencionalmente a sus oponentes. Simplemente se encontraban a un nivel distinto. Después de todo, la que estuvo entrenando durante a una semana a Stella había sido una de las personas más poderosas del mundo, la Princesa Yaksha, una usuaria de la gravedad que presumía de un poder ofensivo extravagante al punto que podía jalar un meteorito de la atmósfera a dos veces la velocidad de escape. Por eso, aunque lo intentara, no sentía peligro alguno contra estos oponentes, y como no podía sentir miedo alguno resultó cansador tener que evadir cada ataque.

Cuando Kurono dijo que el motivo residía en Saikyou, a esto se refería. Sin embargo, esta sólo era una de las razones. Stella tenía otra razón importante para no resistirse a Yui y dejar que la atacara.

“Además, aquería confirmar algo antes de pasar a la ofensiva.”

“¿Confirmar algo?”

“Sí. Quería comprobar a qué nivel de caballeros se encuentran.”

No podía darse el lujo de no medir eso. Después de todo—

“Si fuera a desatar toda mi fuerza temerariamente, podrían morir.”

“¡Tch...!”

Sí. Stella lo comprendía. Comprendía la extensión de su fuerza. Si se blandía contra humanos, no era exagerado decir que su habilidad implicaba brutalidad gratuita, al punto de que reducir la vida humana a cenizas era algo sencillo. Tenía que ser consciente del oponente con el que luchaba en cada ocasión, teniendo cuidado de no quemarlos hasta la muerte, aunque se tratara de un odiado enemigo que hirió a sus amigos.

“Akatsuki no debe venganza, y no descansaré hasta que lo logre. No pretendo matarlos.”

Se sentía menos que en paz con esto, pero por sobre todo—

“Pero... sólo porque no veo ningún valor en hacer eso. Ustedes demuestran indiscriminadamente su instinto asesino a todos, pero existe una sola persona en este mundo por la que vale la pena que luche como caballero, un solo oponente contra el que daría todo de mí.”

Había un solo hombre tan especial, que inspiraría tales sentimientos y pasión en Stella al punto que renunciaría a la nobleza obliga, para luchar contrá él con toda su fuerza.

“Por eso quería determinar cuánta fuerza tienen, asegurarme de su nivel—así sé cúan lejos debo llegar para romperlos sin matarlos.”

A estas alturas, había comprendido el quid de la cuestión. Si ponía tercera, probablemente se acomodaría a ellos. Teniendo eso en mente, finalmente materializó su Dispositivo, Lævateinn.

“Ahora voy a atacarlos.”

En un instante, una ola de calor irradió desde ella, distorsionando el aire mismo. Era una presencia avasalladora, como si el sol de verano se hubiera acercado mortalmente a la tierra—la presencia de una caballero para nada ordinaria.

Pero Yui no tenía miedo.

“Interesante... ¡Ven por mí, si tienes agallas!”

Con un rugio, se impulsó desde el suelo con toda su fuerza y atacó a Stella por tercera vez, sin importarle que su ataque anterior no había rozado siquiera a Stella. ¿Acaso su sangre había hervido tanto que se olvidó de ese hecho? No. Ella estaba bien entrenada. Nacida para matar. Había aprendido a mantener la cabeza fría entre emociones calientes. Ciertamente se había sorprendido de que su nítido golpe no habiera causado daño, pero el mundo de los Blazers estaba repleto de aquellos que jugaban en contra de la lógica. Hallar un Blazer que no recibía daño de ataques directos no era extraño. Ella misma pertenecía a esa categoría de Blazer, después de todo.

Pero había otras maneras. Esto, ella ya lo sabía.

¡Mi arma no puede hacerlo, pero la tuya es una historia completamente distinta, ¿no?!

En ese caso, sólo necesitará reflectarla. Su arrogancia, su ataque, la extraordinaria energía mágica que impulsaba esos ataques—todos ellos. Ni siquiera la Princesa Carmesí podría salir ilesa luego de que se reflecte toda su fuerza contra sí misma. Podría terminar con los brazos inservibles, y una vez que se encontraba herida a ese nivel entonces yui podría encargarse de ella sin prisas.

Para que eso suceda, tenía que dejar que Stella ataque primero. Por eso, Yui arremetió directo al frente como una flecha, pescando ese ataque a toda potencia.

“Entonces, me ayudaré a mí misma.”

En respuesta a su esquema, Stella la enfrentó directamente, avanzando para acortar la distancia entre ellas con Lævateinn blandida en su mano derecha derecha mientras la dirigía diagonalmente hacia abajo yendo por el hombro de Yui.

Esta reacción era exactamente como Yui había pensado. Si esta tajada era devuelta con Reflejo Total, Stella tendría una probada de su propia medicina. Pero justo en ese momento cuando estuvo a punto de activar Reflejo Total—

¿Ah—?

—olió una rata. Sus años de experiencia como asesina le advirtieron que algo era extraño.

Ya que el Gran Ciempiés no podía causar daño, Yui aspiró a usar Reflejo Total para compensarlo. Eso debería ser obvio. ¿Entonces por qué Stella seguía blandiendo su espada como una tonta?

Era una trampa—esa era la única razón posible. Escuchando con más atención, percibió que el sonido de la hoja mientras atravesaba el aire era demasiado suave. Esa tajada tenía velocidad, pero no tenía fuerza. Y para empezar, el arma de Stella era una espada larga. El hecho de que la blanda con una sola mano era en sí mismo extraño.

No provocaría daño si reflectaba esto; como mucho la empujaría hacia atrás. El lado derecho sólo es una finta. ¡El verdadero golpe viene por la izquierda—!

Con agudo ojo y rápida mente Yui percibió todo esto con precisión, que dentro de la sombra de la inminente hoja que caía, yacía un puño en espera. Stella probablemente tenía este plan en mente: cuando Yui usara Reflejo Total sobre esa hoja que caía sobre ella, eso empujaría su lado derecho de regreso, y en consecuencia su lado izquierdo se impulsaría hacia delante, enviando su puño izquierdo justo sobre el costado de Yui a velocidades más allá de su habilidad para reaccionar. Era un plan que había tomado en cuenta tanto sus habilidades como sus efectos.

¡Y es un buen plan, pero no significa nada si lo descubro!

Las cosas se habían dado vuelta en el momento en que descubrió la trampa. La cazadora ahora era la presa.

Con ese fin, Yui jugó el papel del guión de Stella hasta el final. En el instante que sus hojas se encontraron, proyectó la barrera Reflectante de su cuerpo, distorsionando el vector del golpe de Stella, repeliéndola. Y en ese momento, Stella se movió exactamente como Yui había anticipado. Al usar esa oportunidad que se había creado al Reflectarle la hoja, ella desató su ataque sorpresa, su as oculto: un golpe al hígado.

Su oponente, atraída por esa oportunidad, había puesto toda su fuerza en ese puñetazo. Aprovechando el momento, Yui reactivó Reflejo Total. Ese era un golpe que había tomado prestadas la fuerza de Stella y la fuerza giratoria que ella había dirigidó inicialmente. Reflectarse sobre el lado derecho para darle más poder al golpe dado por la izquierda. A partir de esto, seguramente su puño, o incluso todo su brazo se despedazaría. Habiendo perpetrado la oportunidad, Stella no podría retractar su puño.

Habiendo visto a través de todo eso, su oponente estaba bailando en la palma de su mano, los labios de Yui esbozó una oscura sonrisa con diversión.

*Crujir*

Con el sonido de la carne y los huesos quebrándose—

“¡Gah... hak—!”

El puño izquierdo de Stella—ese puño que debería haberse reflectado—se hundió en el costado de Yui.

“Uno menos.”






El cuerpo de Tatara, habiendo recibido en su costado el poderoso golpe de Stella, se dobló a la mitad por la cintura, y con un roció de saliva y sangre colapsó sobre el suelo del ring.

¡Un poderoso golpe directo al hígado! Tatara cae de cara al piso sobre el ring. ¡No se está moviendo! ¡No se levanta! ¡Quedó inconsciente! ¡De un solo golpe, Vermillion ha derrotado a su oponente!

¡Quéé! ¡Ese fue un sonido super aterrador!

Se dobló en un extraño ángulo de noventa grados... ¿qué clase de fuerza de brazo tiene Vermillion?

¡Las gradas también quedaron impactadas por la fuerza del puño de Stella! Pero desde mi punto de observación, Tatara aparentemente vio a través de su trampa, y activó Reflejo Total sobre aquel puño izquierdo oculto... ¿cómo logró Vermillion esquivar el Reflejo Total?

El que respondió fue Muroto.

Ella no hizo nada como eso.

¡¿Eh?!

Mira su mano izquierda.

Al ver la mano derecha de Stella por sugerencia de Muroto, el comentarista no puedo evitar exclamar.

¡Es-Esto...! ¡Esto es terrible! ¡La mano izquierda de Stella está arruinada, casi como si se hubiera torcido usando un sacacorchos! Pero, entonces eso significa que...

Sí. La Princesa Carmesí no evadió el Reflejo Total. Como Tatara había anticipado, su Reflejo Total ciertamente destrozó su mano izquierda—acertó en eso... pero no en otra cosa. ¡No se esperaba que la Princesa Carmesí seguiría avanzando y la golpearía con ese brazo destrozado sin importarle su lesión!

Los humanos tienden a bajar la guardia cuando ven que todo está marchando como lo planearon. Yui no fue excepción a esa regla. Cuando vio que había quebrado la mano de Stella como lo planeó, sonrió con superioridad. Esa sonrisa se convertiría en su perdición. Stella había esperado ese preciso momento. Pivoteando sobre sus pies, ella desató toda la fuerza de ese puño—junto con el poder de Reflejo Total—para soportar ese golpe.

No había nada bello en ese movimiento. Era una entrada por vía de fuerza bruta. Pero con su brazo destruido a tal extremo, Stella aun así noqueó a Yui dejándola inconsciente de un solo golpe. Y fue usando un golpe corporal, con el cual normalmente es difícil noquear a una persona.

¡Está loca...!

Mientras atestiguaba todo esto sobre el mismo ringo, la estudiante de tercer año de la Academia Kyomon, Risa Helada Mikoto Tsuruya, quedó impactada.

¡Es demasiado fuerte...!

Las técnicas y estrategias de Yui... todas habían sido superadas por la fuerza de brazo estratégica. Sin mencionar su fuerza de voluntad, al someterse a una lesión que ella misma recibiría.

Un cuerpo fuerte, una mente fuerte, y la astucia para usarlos bien. Ella era simplemente una gema.

No tengo comparación en absoluto...

Pero ella tenía que ganar. El Festival era una torneo de eliminación directa—no estaba permitido una sola derrota. Ni siquiera si, como jugando con ella, el destino le haya enviado al peor enemigo posible en la primera ronda. Es por eso que había tomado prestada desvergonzadamente la fuerza de Akatsuki, y ahora que había llegado a este punto, una derrota era más inaceptable todavía. Su orgullo no le permitiría aceptar ese resultado de ninguna manera.

¡Además, si supero esta ronda, podré dominar todo el Bloque B...!

Con esa confianza animó su estremecido corazón.

“No te preocupes. Nosotros ganaremos.”

Una declaración poco entusiasta se oyó pronunciar detrás de ella. El dueño de la voz era el hombre de la ominosa máscara—Pierrot de la Academia Akatsuki, Reisen Hiraga.

“¿...Quieres decir que tienes un plan contra un monstruo que ni siquiera sufre daño de un golpe directo con un Dispositivo?”

Su tono era espinoso, y el aura de duda que él mismo exudaba lo hacía más improbable. Pero a él no parecía importarle, en cambio se reía de manera ronca.

“Jaja. Aunque fue realmente sorprendente que un golpe directo del Gran Ciempiés de Yui no logró nada... al final, eso fue meramente el efecto del poder mágico en sí mismo. La Princesa Carmesí no es una Blazer orientada a ladefensa, y como tal romper su barrera de magia es simple. Mi as bajo la manga debería otorgarnos la victoria de un solo golpe.”

“Bueno habría sido útil si lo hubieras usado antes.”

Reisen negó con la cabeza.

“Aunque me hubiera gustado mucho hacerlo, es una lástima que este Arte noble requiera algo de tiempo.”

“Entonces no puedes usarlo.”

“Hah. Me avergüenzo. Sin embargo, si duramos lo suficiente, te aseguro que mi as bajo la manga la derribará con facilidad. Por eso, si no te molesta, ¿podrías hacer un poco más de tiempo hasta que complete los preparativos para mi técnica? Nosotros los de Akatsuki nos desharemos de la problemática Princesa Carmesí, mientras que tú superarás esta primera ronda infernal—nos beneficiaremos mutuamente si nos ayudamos el uno al otro, como integrantes del mismo esquipo, ¿no lo crees?”

Mikoto respondió con silencio y frunciendo el ceño. Era esa voz. Había desdén en cada palabra que él decía, como si se estuviera burlando del mundo y de todo lo que había en él. Eso la enfermaba, el sólo escuchar esa voz la irritaba.

Pero por otro lado, tenía razón. En este momento, estaban peleando del mismo lado. La cooperación sería el curso de acción más eficiente. Además—

No tengo medios para derrotar a Stella, pero este tipo dice que tiene uno.

Sólo por eso, ella no tenía razón para negarse.

“Entiendo. Pero—no puedo garantizar que esto marchará bien.”

“Qué tímida.”

“Si tuviera confianza, no habría aceptado cooperar con gente sombría como tú y los de tu clase.”

Dicho eso, posó su palma izquierda sobre su ojo derecho, y la barrió para revelar un monóculo—el Dispositivo de Risa Helada Mikoto Tsuruya.

“¿Terminaron con la reunión secreta?”

Mikoto adoptó posición, y más allá de la lente del monóculo se encontraba la mirada de la caballero de ojos carmesí, con su cabello rojo soltando rastros de flamas.

“¿Nos esperaste a propósito?”

“Sí. Llegué tarde al comienzo, y luego—aunque fue con tu acuerdo—hice que acepten mi deseo de tener venganza. Lo siento mucho... seré más gentil contigo.”

“Eso es considerado de tu parte. ¿Me pregunto si podrías ceder este enfrentamiento?”

“Jajaja. Me agrada tu insensibilidad, Tsuruya-san, pero eso es imposible. Después de todo, esta pelea es muy importante para mí.”

“¿En verdad? No puede evitarse entonces.”

“Sí. Me temo que el servicio complementario se acaba aquí. Voy a demostrarlo ahora. Si quieres resignarte, cuanto antes mejor. ¡No retiraré mi espada una vez que la blanda!”

Tras lo cual, Stella se impulsó desde el suelo y arremetió contra Mikoto.

“¡Tch—!”

Esa personificación de violencia, que había derribado a Yui sin pensar en su brazo arruinado, ahora se estaba acercando con aquella gran espada en su otra mano. Venía para destruirla. Nada bueno saldría de recibir ese ataque de frente. Probablemente haría que todo el dolor que recibió hasta ahora se sienta como un mero cosquilleo. Podría morir incluso. El miedo que atravesaba el corazón de Tsuruya podría paralizar su mente.

Pero aun así, ella estuvo en entre los ochos mejores nacionales del año pasado. Era parte de la elite de Japón. No podía retirarse ni mostrar miedo. La magia que desataba de su monóculo—un extraño Dispositivo de visión—era una que podía reducir instantáneamente a cero absoluto la temperatura de un área seleccionada con su visión.

“¡Hielo Satinado!”

Una luz resplandeciente envuelta en un velo frígido y filoso se disparó de su monóculo. La especialidad de esta magia era que su efecto se activaba instantáneamente al concentrarse en un objetivo. En otras palabras, esta magia viajaba efectivamente a la velocidad de la luz. En menos de un segundo, la temperatura alrededor de Stella cayó por debajo del punto de congelación hasta llegar al cero absoluto. Incluso el nitrógeno líquido, el cual se sabe que es capaz de congelar objetos instantáneamente, sólo llegaba a los 200 grados Celsius bajo cero. Ningún humano podía salir ileso cuando era expuesto a temperaturas por debajo de eso. Los congelará hasta la médula—y su corazón se detendrá antes de eso. Sin importar en qué términos se analizaba—velocidad de activación, rango o poder de detención—era una habilidad de primera. Con ella Mikoto podía ir frente a frente contra cualquiera de las potencias nacionales del Torneo de Arte de la Espada de las Siete Estrellas.

Eso era cierto. Sólo una persona—

“Vestido de la Emperatriz.”

—el usuario de fuego más fuerte del mundo, era la excepción. Convirtiendo la totalidad de la atmósfera congelada en vapor por los efectos del calor extremo, logró disipar ese frío mortal con el vestido de agitadas flamas que la envolvía.

“Como pensé, así resultaría, huh.”

A decir verdad, Mikoto sabía que terminaría así. Hielo Satinado era simplemente la manipulación de la temperatura. Los usuarios de fuego podían elevar tmperaturas, haciendo que sea difícil que esta técnica los derrote. Si esas dos habilidades fueran a chocar, la diferencia entre la victoria y la derrota radicará en la capacidad mágica de cada individuo. En esto, la Princesa Carmesí Stella Vermillion era inigualable, y como tal Mikoto comprendió que no tenía chance desde el principio.

Pero logró frenarla, sólo por un momento.

¡Eso es más que suficiente para cumplir con mi papel!

“¡Despedaza a mis enemigos, Sphinx!”

“¡Gooohhhh!”

Habiendo esperado lejos de Stella, Rinna ahora aprovechó la ventaja de la pausa momentánea en sus movimientos y atacó con Presión del Rey.

Sí. Un momento era suficiente. Si detenía a Stela por un momento, Rinna podría asestar un golpe limpio con Presión del Rey, dejando a Stella inmóvil. El león saltó en persecución de manera inmediata, yendo por su cabeza. Antes, su ataque no causó daño—eso debió ser un duro golpe para él como Rey de las Bestias, por lo que incluso sin órdenes de Rinna, abrió su boca, preparándose para aplastar la cabeza de Stella entre sus mandíbulas. Ni siquiera Stella podría salir ilesa al ser atacada por un león tan grande como un elefante y fortalecido por magia. Si lo lograba, esto concluirá la batalla.

Pero a pesar de que esa vaga expectiva floreció en Mikoto—

“¡¡¡Gaaaooohhh!!!

—Stella soltó un repentino rugido impactante dirigido al león negro comandado por la Domadora de Bestias.

El león se detuvo en seco cuando estuvo a punto de abordarla. Como si él mismo fuera afectado por Presión del Rey.

“¡¿S-Sphinx?! ¡¿Qué sudece?!”

Rinna regañó a la bestia ante la repentina desobediencia.

“¡¿Por qué paraste?!”

Pero aun así, el león no se movió. ¿Por qué? La respuesta era simple. Los animales en la naturaleza se topaban con la muerte más de cerca que los humanos. El fuerte devora al débil. Así había vivido el león antes de que Rinna lo domara. Por eso, lo comprendía. No podía evitar reconocer la visión de lo que rondaba detrás de esa joven mujer.

Esa visión era la de un gran dragón alado.


La chica de cabello carmesí frente a él era un depredador superior. No había manera de que pudiera intimidarla, ¿cómo podría un gato asustar a un dragón? Por eso, al ver un depredador cuyas capacidades superaban por mucho las suyas, los animales salvajes elegían no actuar. Escapar.

“¡Meeeooowww—!”

“¡¿Eh?! ¡Eek—!”

¡Oh cielos! ¡Qué es esto! ¡El león que debería ser controlado por el collar de subordinación de al Domadora de Bestias, habiendo sido derrotado por la intimidación de Stella, ha escapado con el rabo entre las patas, abandonando a su ama! ¡Y ahora, Vermillion ataca a la indefensa Kazamatsuri!

Una vez más, Stella blandió su espada en su mano derecha mientras ponía todo su peso en una tajada diagonal. Era un amplio ataque que se apoyaba solamente en el impulso, pero al ser abandonada por el león, Rinna había caído sobre su trasero. Era imposible esquivar eso. La misma mano pesada de Stella que había derribado a Yui de un solo golpe cayó sobre Rinna, golpeándola no sólo a ella sino también haciendo colapsar una parte del pripio ring.

Era sin dudas un golpe letal. Pero Stella no se quedó tranquila. La razón de ello fue una voz que habló desde la nube de polvo que se elevó por aquel explosivo impacto.

“Ni siquiera en mis sueños, Princesa Carmesí, pensé que durante estos juegos debería recurrir a mi mano derecha, y así invocar a mi caballero letal y pecadora—ella cuya formar fue bendecida por poderes oscuros: las Artes Selladoras del Rey Maldito!”

“Lo que mi ama quiere decir es ‘¡Gracias, Charlotte, me salvaste!’ No, no, Milady, no necesita agradecerme. Soy su maid personal, y también su espada y escudo.”

Conforme el viento barría el polvo, gradualmente dejó entrever el escenario, y lo que había transcurrido sobre el ring quedó aclarado. La hoja de Stella no había alcanzado a Rinna. A sus pies sobre el suelo resquebrajado, se encontra la maid Charlotte Cordé entre Stella y su ama...

...habiendo detenido a Lævateinn sólo con su dedo índice.






¡Qu-Qué, esto es malo! ¡Una Blazer ha irrumpido desde las gradas, en auxilio de Kazamatsuri!

¿No es esa la maid que siempre está con ella?

¡Es una falta! ¡Réferi, es una falta!

La repentina entrada de la estoica maid provocó un alboroto en todo el domo. Una vez que el réferi detenga el enfrentamiento, el resto esperará a la decidión del comité directivo. Este era el procedimiento, pero—

¿QuQué está pasando aquí?El comentarista gritó sin poder creer lo que veía. ¡El réferi no ha detenido el enfrentamiento!

Pero había una razón para ello.

Por supuesto. No se rompió ninguna regla.

Muroto-pro, ¿cómo es eso posible?

Mira el cuello de la chica.

Al decir eso, las cámaras del Domo hicieron zoom sobre el cuello de Charlotte, y al ver la imagen transmitida en los monitores gigantes del Domo, todos comprendieron a lo que Muroto se refería.

¡Ci-Ciertamente es el mismo collar de subordinación que tenía el león que montaba la Domadora de Bestias! ¡Esntonces eso significa...!

Sí. Y como aquel león, esa chica se ha convertido en el Dispositivo de la Domadora de Bestias, la Blazer que controla a otros. Por lo tanto, no hubo razón para detener el enfrentamiento.

Bueno, el rol del réferi es ocupado por caballeros mágicos experimentados. Raramente se equivocan en algo así.

En primer lugar, los Blazers eran capaces de detectar el ambiente mágico alrededor de un objeto. La magia de Rinna se extendió hasta Charlotte, una persona no Blazer, como lo había hecho con el león. Por lo que Stella ni siquiera tuvo que mirar el collar, sabía que ella era una de las piezas de ajedrez de la Domadora de Bestias.

“Ya veo... pensé que no eras una maid normal, pero pensar que eras el verdadero Dispositivo de Rinna, su as bajo la manga, huh.”

“Soy Charlotte Cordé. Cuide de mí de ahora en más.”

Haciendo retroceder a Lævateinn con su dedo índice, levantó los bordes de su falda e hizo una reverencia, rebosando elegancia y amenidad. Pero en lugar de devolver el saludo—

“¡Ahórrate las cortesías, por favor!”

—Stella blandió Lævateinn, una vez más atacando a Charlotte.

“¡Florece, Ichirin Junka!”

Con un severo sonido metálico, otra vez detuvo la hoja con su mano abierta. ¿Acaso estaba hecha de acero? No, esto era un acto de magia. Era la habilidad que Charlotte podía desatar gracias al Dispositivo de la Domadora de Bestias Rinna Kazamatsuri, el collar de subordinación, que podía transformar a animales y persona no Blazers en Blazers.

Stella vio a través de eso con los dos golpes que intercambiaron.

“Tch... es como golpear acero. Parece que me bloqueaste con tus manos, pero si miras con atención, hay una distancia de un milímetro entre tu piel y la hoja. La habilidad que eres capaz de usar bajo influencia de Rinna es la proyección de una barrera defensiva.”

“Muy observador de su parte.”

Charlotte la elogió seriamente por haber dado en el clavo. Al mismo tiempo, el espacio entre la hoja y su mano brilló con un tinte rosa durazno, formando un escudo con forma de flor.

“Tiene buenos ojos, Princesa Carmesí, al poder ver a través de mi habilidad teniendo solo dos choques conmigo. Sin embargo, se equivoca en una cosa.”

“¿En qué podría ser?”

“Mi Ichirin Junka no es una habilidad especializada en la defensa.”

Entonces, repeliendo la hoja que había desviado usando Ichirin Junka—

“¡Cuchilla Floral—Ryuuzatsuran!”

Una barrera como cuchilla se materializó en sus dos manos, y dejó volar esa cuchilla hacia Stella.

“¡Tch!”

Al romper su postura cuando su espada fue repelida, este no era un ataque que Stella pudiera evadir normalmente. Pero en un destello de inspiración ella no intento corregir su postura sino retroceder con un giro hacia atrás, evadiendo la tajada de Charlotte.

Sin embargo no lo logró del todo. La cuchilla arañó ligeramente si rostro—la piel que resistió al Gran Ciempiés sin lastimaduras. Y la arremetida de Charlotte no terminó allí. Como un sabueso en un frenesí persiguió a Stella, quien respondió con una barrida horizontal de su espada, con la intención de contraatacarla.

Ahora, Charlotte podía hacer dos cosas en respuesta. Podía detener su avance para evadir la espada, o podía detener su avance y usar Ichirin Junkan para bloquearla. De cualquier manera, tendrá que detenerse—y esto era suficiente para Stella.

Sin embargo, la respuesta de Charlotte estuvo literalmente un nivel por encima. Ella voló.

No saltó, en cambio, Ichirin Junkan había florecido en sus talones conforme se elevaba en el aire. Ahora directamente encima de Stella, los pétalos de esa flor se envolvieron en su pierna derecha, y con un giro dirigió una patada martillo hacia la cabeza de Stella. Habiendo fallado con su tajada, el brazo derecho de Stella y la espada se encontraban en una posición ampliamente extendida, dejándola sin tiempo para levantarlos y cubrir su cabeza. Al ver que no tenía alternativa, reunió toda la fuerza que pudo sobre el hombro de su brazo izquierdo roto, usando la parte superior de ese brazo que tenía menos daño, para recibir el choque de la patada martillo.

Pero este golpe fue aún más brutal que los anteriores, fácilmente rompiendo los huesos de la parte superior de su brazo.

“¡Kuh!”

“¿Lo entiendes ahora? De esta forma, la impenetrable dureza que no cedió ni una oulgada a tu golpe se convierte en una delgada cuchilla, y un martillo que golpea más fuerte que cualquier acero.”

Charlotte dijo esto mientras el rostro de Stella se torcía de la agonía por sus huesos rotos. Por esto es que ella era la espada y escudo de Rinna.

Pero Stella no era la clase de mujer que se dejaría dominar por uno o dos huesos rotos.

“¡Vestido de la Emperatriz!”

Mientras que ese fue un golpe poderoso, Charlotte había cometido una mala jugada. Usar maniobras de combate de corto alcance sobre Stella que involucraban el contacto corporal era algo cercano al suicidio. Invocando la feroz vestimenta sobre sí misma, elevó la potencia al máximo. Las flamas subieron por su antebrazo y llegaron a la pierna de Charlotte, y luego todo su cuerpo estuvo en llamas. Las flamas de Stella también eran mágicas, y no podían apaciguarse a menos que ella las difipara, o que perdiera la vida.

Por eso, era un error decisivo para un oponente permitir que el fuego lo alcance. Y aun así—

¡¿...No está funcionando?!

—esta lógica no se cumplió frente a Charlotte. A pesar de que estaba rodeada en feroces llamas, su estoico rostro no cambió. Su barrera no sólo la escudaba de los impactos, sino que también era una protección contra el calor y la electricidad. Envuelta en todo su cuerpo, esa protección abatió las temperaturas extremas del Vestido de la Emperatriz.

“Ah. Además—”

Desconsiderando el contraataque de Stella, Charlotte continuó su propio asalto. Usando el brazo izquierdo de Stella como plataforma, se impulsó en el aire.

“También soy su arma.”

Ichirin Junka se materializó como decenas de cuchillas largas y brillantes que sostenía entre sus dedos en forma de abanico lanzándolas hacia Stella.

¡Está usando su barrera como shurikens...!

Ya había experimentado la agudeza de su barrera de primera mano. Será problemático si recibe esos golpes.

“¡Yaaaaah!”

Evaluando eso, barrió con toda su fuerza, deshaciéndose de la lluvia de shurikens con la fuerza de un estallido sónico, originando un ventarrón como con un abanico gigante.

Con aterrador brazo-espada. Ese ataque fue algo imponente. Pero entonces sucedió algo que se encontraba afuera de las expectativas de Stella.

Más o menos diez de esas cuchillas, salieron volando en todas las direcciones dirigiéndose hacia las gradas.






¡U-Uwaaaa! ¡Esto es malo! ¡Disparos en camino!

¡Todos corran!

Muchos se levantaron de sus asientos ante los proyectiles inminentes. Esta era una reacción natural, después de todo, ningno de los miembros de la audiencia que no posea magia podría resistir contra Ichirin Junka, que había podido lastimar a alguien escudada por un poder mágico como el de Stella.

Por favor no dejen sus asientos.

Una voz imponente sonó, deteniendo a aquellos que se habían levantado.

Estarán en mayor peligro si se mueven.

El Festival de Arte de la Espada de las Siete Estrellas era un evento que presentaba a magos modernos blandiendo poderes sobrenaturales. Ya contaban con medidas para garantizar la seguridad del público. Había caballeros mágicos poderosos a la espera en las alas de todas las gradas para frenar cualquier disparo perdido. Y la que fue asignada para esperar en el área que estaba a punto de ser bombardeada por Ichirin Junka era Reloj Mundial Kurono Shinguuji, la Directora de la Academia Hagun y una Caballero-Mágica de Rango-A.

Materializando el revólver plateado Ennoia, elevó el barril hacia las aproximadamente diez cuchillas que estaban llegando.

“Tiempo Suspendido.”

Sonó un único disparo. Sí, sólo uno—pero fue suficiente para asegurarse de que ninguna cuchilla alcanzara las gradas mientras eran eliminadas del aire.

¡¿Eh?! ¿Qué fue eso?

Es su marca registrada, Tiempo Suspendido. ¡Detiene el tiempo por un instante, usando ese momento para bombardear su objetivo con una lluvia de balas! ¡Mira sus pies!

¡Uwa, en serio! ¡Miren la montaña de casquillos!

¡Asombroso!

La brillante técnica de Kurono recibió aplausos de las gradas, y en medio de esos aplausos—

“Como se esperaba de la caballero que originalmente fue rankeada tercera en la Liga R.D.C., huh.”

Era una amable voz, y una que Kurono reconoció cuando la escuchó. Girando la cabeza, posó sus ojos sobre un joven de cabello negro acercándose mientras aplaudía. Era El Peor, Ikki Kurogane.

“Sus habilidades no se han oxidado desde sus días de servicio activo.”

“Ja. No ha habido razón alguna para que me oxide, es así de sencillo. Esto es parte de nuestro trabajo como profesores después de todo.”

Con su respuesta, los amigos de Ikki también notaron su regreso.

“¡Ikki!

“¡O-Onii-sama! ¿Cómo están tus heridas?”

“Ahora estoy bien, Shizuku. El doctor en la enfermería usó magia para curar mis heridas.”

“No usaste una Cápsula, ¿sino que alguien más te curó?” Kiriko frunció sus labios, haciendo un puchero. “Podrías habérmelo pedido, y yo lo hubiera hecho por ti.”

Ikki se rascó la cabeza incómodamente.

“Bueno, aún tienes un enfrentamiento luego, Yakushi-san. No podría pedirte un favor como ese.”

Por más que ella pensara en sí misma como una doctora, seguía siendo una caballero, iba contra toda lógica que un caballero antes de un enfrentamiento use magia descuidadamente por motivos personales.

“Pero Onii-sama, ¿no usaste Ittou Shura durante el enfrentamiento? ¿No te duele el sólo hecho de estar de pie?”

“Bueno, no puedo decir que no sea difícil, pero estoy más preocupado por este enfrentamiento. Me sentiría mal si noe stuviera aquí.”

Diciendo eso, se ubicó al lado de Kurono antes de mirar el ring. El enfrentamiento en el que estaba su pareja, quien había prometido encontrarse con él en las finales. Sentir que necesitaba verlo era normal. Comprendiendo los sentimientos de su hermano, Shizuku dedicó palabras de proecupación por su salud y no lo presionó más.

“Por cierto, Kurogane, ¿qué piensas del enfrentamiento hasta ahora?”

“Bueno, parece que todo ha marchado como se esperaba. Risa Helada siempre fue usuaria de un elemento opuesto al de Stella, y no era rival para ella mágicamente. Y aunque los Reflectores son la desgracia de los usuarios del tipo poderosos como Stella, ella no de los caballeros que serán abatidos con una sola técnica. No obstante...”

Conforme respondía, sus ojos se desplazaron hacia los alrededores del ring, donde se encontraba Pierrot Reisen Hiraga, moviéndose espeluznantemente, manteniendo su distancia de Stella.

“Parece que podría complicarse desde aquí—ese hombre está irradiando un aura ominosa. No podría decir que sé lo que está haciendo, pero siento una extravagante cantidad de concentración. Derribarlo antes de que termine de hacer lo que sea que está preparando sería lo mejor.”

Todos los presentes estarían de acuerdo con Ikki. Podían sentir la inquietante aura de Reisen. Pero eso no era todo. Desde las gradas uno podía ver los movimientos de todos los combatientes. Estaba claro como el día que, Mikoto Tsuruya incluida, todo el grupo Akatsuki se estaba moviendo para defenderlo. Él era su as bajo la manga, no hay dudas de ello. En ese caso, era mejor cortar su plan desde la raíz tan pronto como fuera posible. Este era el consenso tácito de todos los presentes, y seguramente también se encontraría en la mente de Stella.

“Sin embargo, eso parece difícil.”

“¿A qué se refiere con eso, Directora?”

Kurono señaló en respuesta a la pregunta de Arisuin.

“Mira.”

Allí, al borde de las gradas, estaba resplandeciendo un objeto incrustrado en el concreto.

Era una de las cuchillas de Ichirin Junka que ella había derribado con Tiempo Suspendido.

“La desvié hacia un lugar donde no había nadie, pero mira. No hay un rasguño en ella—es extrañamente resistente. Nunca he conocido a un usuario de barreras tan bueno, ni siquiera en la Liga-A del R.D.C. Aunque hablemos de Vermillion, atravesar eso con sólo su mano derecha va a ser difícil... de hecho, esa maid puede que sea capaz de bloquear incluso el ataque más fuerte de Vermillion—Katharterio Salamandra.”

La inquietud de Kurono estaba, desafortunadamente, en lo cierto.






¡Vermillion ataca una y otra vez, pero es en vano! ¡Es incapaz de romper las defensas formidables y aterradoras del as bajo la manga de la Domadora de Bestias Rinna Kazamatsuri, Charlotte Cordé! ¡De hecho, los contraataques de Cordé están mitigando su asalto poco a poco!

Si su brazo izquierdo se encontrara bien, probablemente podría hacer frente a esa barrera, pero no puede usarlo para mantener su espada. La Princesa Carmesí se encuentra en una situación difícil.

Así como dijeron el comentarista y el analista, los ataques de Stella hasta ahora no habían logrado atravesar la defensa de Ichirin Junka. Por otro lado, los consistentes contraataques de Charlotte la estaban agotando. Cualquiera podía ver que el enfrentamiento no estaba marchando demasiado bien para ella. Los hombros de Stella cayeron conforme suspiraba.

“Vaya, vaya... eres demasiado resistente. Todas esas tajadas no hicieron nada en absoluto. Parece que como se esperaba, nada se logrará usando una sola mano.”

Acciones improductivas debilitaban el espíritu tanto o más que el cuerpo, y a un espíritu exhausto le faltaban fuerzas. Ante el tono débil de Stella, Charlotte sentía que la batalla estaba en sus manos. Un poco más. Sólo un poco más, y esta caballero caerá. No es necesario esperar a que el Arte Noble de Pierrot esté listo.

“Por supuesto. Proteger a Milady es la razón de mi existencia—la razón por la que soy su espada y escudo. Su espada no me alcanzará, Princesa Carmesí. Mientras me encuentre aquí, mientras pueda respirar, no le tocará un solo pelo.”

“Cuánta lealtad. No me desagrada eso.”

Charlotte no respondió al elogio de Stella. Y aunque Stella no le hubiera dicho nada, Charlotte entendía que su lealtad era un sentimiento que no perderá contra nada en el mundo. Había jurado vivir para esa adorable jovencita, Rinna Kazamatsuri, desde el día en que Rinna la había sacado de aquel basurero. Dará todo de sí, desde la cima de su cabeza hasta la punta de sus pies, por Rinna. Y le ha dado todo. Nunca abandonándola, barría con todo los peligros que se acercaran a ella. Si deseaba un gato, ella iba a ser ese gato. Si deseaba un perro, ella iba a ser ese perro. Habiendo hecho tanto, se había frustrado mucho cuando Rinna comenzó a tener a Sphinx como mascota, tanto que había querido cocinarlo para la cena.

Pero entonces la joven ama me dijo, “Deberías seguir siendo un ser humano. Me molestaría mucho que mi mano derecha fuera un gato, por favor, deja de comer alimento para gatos en cuatro patas.”

Diciendo eso, le había devuelto a Charlotte las ropas que ella misma había descartado para convertirse en un gato.

¡Ahh, milady, milady! ¡Qué amable que es!

Pensar que Rinna la atesoraría tanto—a ella, quien nació tan humilde como para no ser mejor que un perro o un gato. Era por eso que daba todo por ella, con el fin de cumplir con sus expectativas. Su lealtad era firme como una roca—no perderá. No perderá.

Esta era su convicción. Este era su orgullo.

“No obstante... lo siento, pero es imposible.”

Dijo la caballero de cabello rojo que la enfrentaba. Era casi como si le estuviera teniendo lástima.

“¿A qué se refiere con que es imposible?”

“No podrás proteger a tu ama.”

Charlotte se rió de Stella.

“Eso es raro. Dice esas cosas, pero aún sigue siendo incapaz de enfrentar mi Ichirin Junka. Usted misma admitió que no hay nada que pueda hacer, ¿no? Hablar ahora de esa forma sin una base sólida no puede considerarse más que indecoroso, ¿no?”

“Cielos, pareces haber olvidado algo importante, Señorita Maid. Dije que no podía hacer nada... con una sola mano.”

En ese instante, el Vestido de la Emperatriz que la rodeaba de pronto comenzó a exhibir un comportamiento extraño, concentrando sus flamas alrededor de un solo punto—su brazo izquierdo, que se había roto e inmovilizado con el Reflejo Total de Yui.

¿Qué está haciendo?

Charlotte no podía entender el significado detrás de las acciones de Stella.

Pero pronto, algo incluso más allá de su comprensión ocurrió. ¡De alguna forma, en ese abrasador calro, ese brazo que había sido destrozado comenzó a moverse!

“¡Qué—!”

El brazo torcido recupero su forma original. Los dedos aplastados formaron un puño, y se liberó. Y otra vez. Y otra vez.

Las flamas se disiparon, y Stella sostenía a Lævateinn con su mano izquierda. Una gran espada como esa, siempre pensada para blandirse con dos manos, ahora era blandida de esa manera. No habría sido posible con un brazo roto. El hecho de que pudo significaba que había curado ese brazo.

Y una usuaria del fuego como Stella no podía usar magia de curación. Entonces cómo—

Algo destelló por la mente de Charlotte, algo insensato, incoherente. Su voz sonó casi como adolorida.

“¡¿Puede ser que... usó su fuego para derretir y unir de nuevo sus huesos rotos...?!”

Stella no respondió. Meramente sonrió de manera triunfante. Esa sonrisa lo dijo todo. Era exactamente eso—había derretido el calcio de sus huesos rotos y los había unido de nuevo. Y ahora con ambas manos restauradas, ya nada la contenía.

“Atraviesa los cielos, O fuegos del purgatorio—”

Sosteniendo su espada en lo alto, activó su Arte Noble más poderoso. Un pilar de fuego carmesí brotó de Lævateinn, ardiendo por los cielos, con su incomparable flama volviéndose azul mientras se volvía más y más caliente, hasta finalmente perdero toda coloración—convirtiéndose en luz. Una espada de luz de cincuenta metros de largo, con la incineraría despiadadamente todo a su paso.

“¿Qué vas a hacer, Señorita Maid? Mi Katharterio Salamandra está a punto de cortar a tu ama detrás de ti. No eres una representante—no te perseguiré si escapas, ¿sabes?”

“¡Tch!”

La presión de las palabras de Stella pesaba mucho sobre la espalda de Charlotte. Lo sabía. Esta era su advertencia final. Si no se movía, la Princesa Carmesí iba a desatar esa espada sagrada de luz, forjada con su propia magia innata, sobre ella sin contenerse.

Se encontraba indefensa ante algo de esta magnitud. Pero—

“¡Tonterías!”

No se retiró. De pie delante de Rinna para escudarla, declaró con determinación.

“Lo dije antes. ¡Usted no la tocará!”

“¡Muy bien!”

Como dos cowboys al atardecer, se movieron al mismo tiempo.

“¡Katharterio Salamandra!

“¡Bloom wildly―Senben Junka!(1)

Stella movió su espada de luz y calor para cortar a Charlotte y a Rinna detrás de ella a la mitad. Charlotte respondió, volcando todo su poder mágico en un escudo impenetrable que superaba a Ichirin Junka por tres órdenes de magnitud con el fin de proteger a su ama.

Sus ataques chocaron—

—y una feroz tormenta de luz nació, como barriendo todo en el Domo a su paso.






“¡Haaaaaa!”

“¡Aaaaaaahhh!”

¡El escudo de Cordé, que ha resistiro los repetidos ataques de Vermillion, ahora recibe la desenfrenada furia de Arte Noble más fuerte de Vermillion en el medio del ring! ¡Estas magias violentas estallan salvajemente por el Domo, su potencia es evidente! ¡La lanza más afilada y el escudo más resistente batallan furiosamente, sin ceder ni una pulgada... la victoria yace en este equilibrio!

Y aun así, no existía tal igualdad entre una lanza y un escudo en la vida real. Una lanza que perforaba todo no podía coexistir con un escudo que bloqueaba todo. Uno debe triunfar. Y como para probar esa idea, la fuerza detrás de ese halo de luz comenzó a destruir ese fino equilibrio.

Es... pesada... y muy caliente...

La que estaba retrocediendo era Charlotte. El Senben Junka de mil pétalos estaba comenzando a marchitarse y a soltar pétalos bajo el implacable empuje de Katharterio Salamandra. Y conforme el escudo comenzaba a fallar, también lo hizo su habilidad para bloquear el calor irradiado por el Arte Noble. Con un gorgoteo nauseabundo, el suelo comenzó a derretirse y a burbujear. La piel y el cabello comenzaron a ennegrecerse y chamuscarse. A pesar del hecho de que su escudo estaba resistiendo contra la espada misma, la energía que ésta irradiaba tenía muchísimo poder.

Qué extraña fuerza.

A este ritmo...

Su escudo se romperá. Charlotte exclamó, en un último esfuerzo por proteger a su ama.

“¡Milady! ¡Retírese!”

Pero—

“Me niego.”

Su ama, la Domadora de Bestias Rinna Kazamatsuri, rodeó su cintura con sus brazos por detrás, apoyándose en su espalda.

“¡¿M-Milady, qué está haciendo?!”

La expresión normalmente calmada de Charlotte cedió ante la angustia por las incomprensibles acciones de su ama. Rinna por el otro lado, mostraba una sonrisa confiada.

“Dije que ‘me niego’. Mi leal sirviente, no hay necesidad de escapar. Porque Charlotte Cordé, mi más hábil sirviente, mi mano derecha de la noche más oscura, quien ha jurado fidelidad hacia mí. No caerás—¿me equivocó?”

Y se aferró a ella con más fuerza. Por medio de ese contacto podía sentir la cálida y absoluta confianza.

“¡...Sí, mi señora!”

Desde su alma ella desató más poder. Con un gemido, el brillo regresó al Senben Junka. Pétalos que se habían marchitado bajo la abrasadora luz florecieron fuertes una vez más, rechazando la luz. Y con esa fuerza, a pesar de su arruinado estado, el Senben Junka de Charlotte repelió el Arte Noble de la Princesa Carmesí.

Y... ¡Senben Junka triunfa! ¡Por poco logra resistir a la espada más fuerte, Katharterio Salamandra de La Caballero Rango A Stella Vermillion!

“Ugh...”

Con sudor bajando por su rostro, Charlotte cayó de rodillas, sosteniéndose apenas con sus manos. Su cabello estaba quemado. Sus hombros adoloridos, y la respiración agitada. Estaba en su límite. Pero aun así—

Pude... protegerla—

Sí—había defendido exitosamente a su ama del choque del as bajo la manga de Stella Vermillion. Al sentir la calidez y los latidos de su ama sobre su espalda, sus labios esbozaron una sonrisa. Había cumplido con los deseos de su ama. No podría haber mayor alegría que eso. Era algo indescriptible, esa sensación de logro, de euforia.

Pero eso se convertiría en la más oscura de las desesperanzas en un instante.

“Katharterio Salamandra.”

“No... puede ser...”

Charlotte la vio.

La caballero de cabello de flamas produjo una segunda espada de luz no menos avasallante que la primera en cuanto a poder sin gastar un segundo aliento, antes de dejarla caer.

¡¿Puede desatar ataques consecutivos de tal poder... tan rápidamente?!

“Por eso dije que es imposible para ti.”

Con toda honestidad, Stella tuvo razón desde el principio, que iba a ser difícil romper la defensa de Charlotte de un solo golpe. ¿Pero qué importaba eso? Si un golpe no era suficiente, entonces simplemente daría dos golpes, tres golpes, uno tras otro. Después de todo, la Princesa Carmesí tenía poder suficiente para desatar doce golpes consecutivos de Katharterio Salamandra.

Por el otro lado, Charlotte no pudo reunir ni una sola gota más de magia.

“¡Charlotte!”

“Mi... Lady—”

Incapaz de resistir, fue devorada por un halo de flamas de dragón.






¡Es... un golpe directo! ¡Habiéndose defendido desesperadamente de un golpe de Katharterio Salamandra, Cordé naturalmente fue incapaz de hacerlo otra vez! ¡Junto a la Domadora de Bestias, ella colapsa rotundamente!

No creo que vayan a levantarse de nuevo. Y aunque lo hicieran, ninguna de las dos estará en condiciones de luchar—les tomó todo lo que tenían sólo para recibir el primer golpe.

“Y esa es la segunda.”

Habiendo destruido el escudo más fuerte de Charlotte con facilidad, Stella ahora dirigió su atención a Risa Helada y a Pierrot conforme la cuenta regresiva terminó. El escudo que yacía entre ellas y el violento ataque de Stella ya no existía más. No había escapatoria. Una vez que Pierrot, quien aún tenía ese aire escolafriante, fuera derrotado este enfrentamiento habrá acabado.

“Parece que no lo lograste.”

Stella habló suavemente, y Pierrot Reisen Hiraga respondió con una sonrisa que casi divide su cara de mejilla a mejilla.

“¿No? Cordé-san hizo un trabajo ejemplar. Gracias a ella, mis preparativos han sido completados.”

Entonces sucedió. Una sombra cubrió todo el Domo por completo.

¿Eh? ¿El cielo se oscureció de repente?

¡¿Es una broma?! ¡No traje paragüas... espera, ¡qué es eso?!

Uno tras otro, los espectadores comenzaron a exclarman al ver el cielo oscurecido. Esto era inevitable, ya que las sombras que habían oscurecido los cielos no eran proyectadas por nubes, sino por escombros que ahora estaban cayendo desde lo alto sobre el ring uno por uno como atraídos por una fuerza desconocida.

¡¿Qu, qué es esto?! ¡De pronto una lluvia de edificios, vehículos, e incluso trenes, comenzó a caer sobre el ring! ¡¿Fueron traídos por un tornado?!

No. Ciertamente, la cantidad y contenido de escombros eran parecidos a los que un tornado barrería en una ciudad, pero si hubiera sido un fenómeno natural, algo tan surreal como el hecho de que no caiga ninguno de ellos sobre las gradas de espectadores no habría ocurrido.

Esto era obra del hombre. Específicamente, obra de Pierrot quien se reía de manera burlona ante el caos diseminado por el Domo—obra de ningún otro que Reisen Hiraga. Extendiendo sus hilos por fuera de los campos del Domo, él había levantado residuos de la costa, autos abandonados e incluso un tren sin tripulación, trayéndolos todos aquí al ring.

¿Con que propósito? Esto quedaría claro pronto.

¡¿Qu-Qué?! ¡La montaña de escombros que cae de los cielos se está fusionando! ¡Esa forma... ¿es humana?! ¡Está adoptando forma humana! ¡La masa de escombros se está combinando como atraída por un imán, y está tomando la forma de un humano gigante!

¡Eso es...!

Ikki y Stella, desde sus respectivos lugares en las gradas y en el ring, reconocían esto. ¡Lo habían visto, aquel día lluvioso en Okutama!

Ese Arte Noble que usaba hilos para unir objetos inanimados para formar un títere gigante—

Deus Ex Machina. Heh, es como un robot gigante. Genial, ¿no?”

Formado totalmente, el títere de escombros medía cincuenta metros de alto—este era el as bajo la manga de Pierrot Reisen Hiraga.






Alzando la vista hacia el gigante de escombros que había aparecido en el ring, Stella chasqueó la lengua.

“Como pensé. Lo había sospechado desde hace un tiempo... que fuiste tú el de aquella vez en el campamento de entrenamiento.”

“Jajaja, cuidaron mucho a mis títeres en ese entonces.”

La voz de Hiraga resonaba desde alguna parte dentro del gigante de escombros. Se encontraba dentro, en algún punto de la formación de escombros. Ciertamente, este títere que era controlado desde el interior era como un mecha.

“Raikiri me dificultó un poco las cosas esa vez, pero Deus Ex Machina es completamente distinto de aquellos montones de lodo. ¡Ni siquiera la Princesa Carmesí podrá resistir un solo golpe con tal masa!”

Y entonces el as bajo la manga totalmente formado de Reisen comenzó su ataque sobre Stella, blandiendo en un brazo izquierdo, formado por la combinación de concreto y tuberías de acero, un tren de ocho vagones que actuaba como un látigo, dejándolo caer sobre la caballero carmesí sobre el ring. El poder de ese golpe fue tal que no se detuvo para aplastar a un ser humano solamente, sino que destruyó el ring mismo y sacudió todo el Domo desde sus cimientos.

¡Demasiado fuerte! ¡El ring queda destrozado por el tren-látigo de Deus Ex Machina! ¡Un cuarto del ring ha estallado por completo, levantando una impresionante nube de polvo! ¡¿Vermillion se encuentra bien?!

No podía estarlo. Al estar hechos de acero inoxidable, los vagones de alguna forma eran más livianos—pero no así y todo pesaban toneladas. Un golpe de ese látigo dejaría a un humano en un estado irreconocible. Sin embargo—

“Ciertamente, eso me mataría si me golpeara. Pero ese látigo de tu títere es lento. ¡Nunca me golpeará!”

En ese momento, un relámpago de luz roja salió de la cortina de humo—no era otra que Stella Vermillion, la caballero envuelta en flamas. Había evadido el tren-látigo con facilidad y atravesó la nube de polvo creada por el impacto, aterrizando de un gran salto sobre el brazo derecho de Deus Ex Machina, corriendo por él y llegando a su hombro en un instante—y de un solo golpe le cortó la cabeza, una fusión de un pesado camión con residuos variados.

Privada de su base, la cabeza se desplomó sobre el suelo, produciendo sonidos metálicos conforme se deshacían como vidrio—camión, farolas, cilindros vacíos de gas propano, entre otras cosas.

“Este es el títere que tardaste tanto tiempo en crear mientras estaba luchando con esa maid, y lo devolveré al basurero en un minuto.”

Stella delcaró con una sonrisa confiada. Esta era su victoria.

“¡Jaja, jajaja!”

Reisen se reía de manera burlona.

“¿Qué es tan gracioso?”

“No, no es nada. Simplemente pienso que estás muy equivocada. Deus Ex Machina estaba listo mucho antes de que comenzaras a pelear con Cordé-san. Lo que me llevó tanto tiempo preparar, era otro títere.”

En ese preciso momento, Stella, quien había estado segura de su victoria, sintió una presión que le provocó un escalofrío en la columna. ¿Era la presión del títere dentro de Deus Ex Machina? No. Esto era diferente. Esta presión venía por detrás, no en frente de ella.

¿Qué es esta sensación—?

No podía descifrarlo, pero una cosa era segura.

¡—Peligro!

Siguiendo su intuición, despegó del suelo de un salto con toda su fuerza, impulsándose hacia delante sin preparativos, ya que el lugar que estaba ocupando antes había quedado congelado.

“¡Este poder es...!”

Había una sola persona que podía causar tal humedad para que el aire se congele, creando esa flor de hielo.

“¡Hielo Satinado de Risa Helada... tch!”

Allí, en la dirección por la que Stella había sentido el escalofrío, se encontraba estoicamente Mikoto Tsuruya. Y sus ojos de muerte estaban encendidos con una flama de magia verde-blanca, a diferencia de todo lo que Stella había visto antes.






La luz en los ojos de Mikoto se volvió instantáneamente mágica. Y en su línea de visión, surgieron pilares de hielo del suelo conforme cruzaban el espacio entre ella y Stella, como intentando congelar todo.

¡Una vez más, Tsuruya pasa a la ofensiva, desatando ataque tras ataque de Hielo Satinado sobre Vermillion, quien por su parte se está manteniendo fuera de la visión de Tsuruya! ¡La movilidad de la Princesa Carmesí también es de primera! ¿Pero entonces por qué está esquivando estos ataques tan desesperadamente? ¡Antes Hielo Satinado fue pan comido para el Vestido de la Emperatriz!

No es... la misma que antes. La técnica en sí misma es varias veces más fuerte. Verás, según tengo entendido, Risa Helada sólo puede congelar el espacio esférico en un diámetro de 3 metros desde el punto focal de su visión. Pero en este momento, está congelando todo en su vista. El poder de su Arte Noble se encuentra en un nivel completamente distinto. El hecho de que haya ocultado tal as bajo la manga... es impactante. ¡Un Arte Noble como este podría congelar las flamas de la Princesa Carmesí!

Como Muroto dijo, la oportunidad que Mikoto había estado esperando por fin llegó. Stella había estado esquivando con rápidos saltos, pero le estaba resultando complicado seguir evadiendo un Arte noble que podía alcanzar la velocidad de la luz. Cuanto más desesperadamente esquivaba, más menguaba su consciencia de la situación, hasta ser acorralada contra las predes de hielo creadas por Hielo Satinado.

¡Oh, cielos! ¡Mientras hablamos Stella ha terminado en un callejón sin salida! ¿Se acabará todo ahora?

Apuntando a Stella, y cerrando todas las vías de escape, la luz de Cero Absoluto se disparó.

Pero Stella no iba a caer sin dar pelea.

“¡Haaaa!”

Envolviendo a Lævateinn en su Vestido de la Emperatriz, creó una hoja de fuego tallada con la mirada de Hades.

¡La-La repelió con su espada! ¡Como se esperaba, la Princesa Carmesí no caerá tan fácilmente!

¡No obstante, mira su Dispositivo—!

¿Eh...?

Al ver a Lævateinn de acuerdo a la sugerencia de Muroto, el comentarista y la audiencia quedaron aturdidos y en silencio.

¡Es-Esto...! ¿Qué es esto? ¡El Dispositivo de Vermillion, Lævateinn... se ha congelado!

¡Oye, oye, ¿es en serio?!

Exclamaciones de asombro resonaban en las gradas del Domo. El Dispositivo de un usuario de fuego podía considerarse como el núcleo de un sol, y poder congelar algo de temperaturas tan singularmente altas era algo fuera de lo ordinario. La propia Stella quedó impactada ante este giro de eventos.

Estás bromeando...

Rodeando la hoja con flamas de inmediato, trató de descongenlarla—

Exclamations of astonishment filled the Dome stands. The Device of a fire user could be said to be like the core of a sun, and to freeze something of such singularly high temperatures was something wholly out of the ordinary. Stella herself was quite shaken by this turn of events.

You're kidding….

Encircling the blade with flames immediately, she attempted to defrost it—

¡No... no está funcionando! ¡El hielo no se ha derretido ni un poco a pesar del fuego de Stella! ¡Qué poder!

¡...Que mis flamas no puedan derretirlo...!

Aunque ella misma sentía como comenzaba a sudar frío, le dedicó al dios de la muerte que se encontraba en frente de ella, una aguda mirada.

“Eres una persona inesperadamente terrible, Tsuruya-san, para haber ocultado tal poder.”

Su sarcástico tono cargaba elogio verdadero, pero Mikoto no reaccionó ante eso. Mikoto no necesitaba los cumplidos de un enemigo... o eso pensaba Stella en un principio.

Mirando su expresión, Stella sentía que algo era extraño. Pensó que Mikoto iba a mostrar una sonrisa confiada al estar aventajando a su oponente con tal poder... pero no lo hizo. No había luz en sus ojos. Ni fuera que sostuviera su cuerpo. Un aura enfermiza la rodeaba.

Era como... sí, como si fuera un títere...

Lo que me llevó tanto tiempo preparar, era otro títere.”

Fue consciente de una horrible posibilidad.

“¡Hiraga, no puedes haber—!”

“Jej jej jej. Sí, lo hice.”

Y estuvo en lo cierto. Antes, cuando Hiraga había mencionado a ‘otro títere’, se estaba refiriendo a Mikoto Tsuruya, quien había permanecido a su lado todo el tiempo. Mientras Stella había estado ocupada con Charlotte, y desconocido para la propia Mikoto, el Dispositivo de Reisen, Viuda Negra, había ingresado por su oído, infiltrándose en su cerebro y su sistema nervioso—quitándole el control de su cuerpo y usándola como su propio títere.

Este era el verdadero as bajo la manga de Pierrot Reisen Hiraga.

Marionette. Esta técnica es complicadamente sofisticada, pero también muy poderosa.”

Bajo los efectos de Marionette, uno no sólo se convertía en un lamentable títere viviente. Al invadir directamente el cerebro y tomar control de las señales eléctricas que podía enviar, Reisen logró fácilmente eliminar ciertas cosas—como el instinto humano para proteger a sí mismos, lo cual obligaba a alcanzar el verdadero límite de la habilidad de esa persona. Esta era la razón por el inmenso incremento de poder que Mikoto había recibido.

“Pero lo más lamentable es que los humanos no pueden resistir su propio poder.”

Reisen dijo suavemente, y como si le respondieran, los ojos de Mikoto comenzaron a sangrar.

“¡Tsuruya-san...!”

“Si continuas esta inútil lucha, sus ojos podrían explotar. Bueno, en este punto aún puede ser curada fácilmente, pero mis hilos se introducen muy profundo en el cerebro. Ella era ajena a esta situación, sin nada que ver con la contienda entre tú y nosotros... qué hermosa chica. ¿No crees que sería una pena que terminara viviendo el resto de su vida como un vegetal?”

“¿Me estás amenazando?”

“Exactamente.”

“Al menos tus aliados pusieron su orgullo en juego para pelear conmigo de manera justa. ¿Tu no pretendes hacer lo mismo, no?”

“No, en absoluto.”

“¡...Tch...!”

Stella se mordió el labio con fuerza. Ahora lo sabía. Este hombre, Reisen Hiraga, era diferente de Yui y los otros. Él era pura maldad.

Stella era de la realeza. Sabía que la moralidad era algo frágil y maleable. Si se lo veía desde otro ángulo, el objetivo de Rebelión de crear una utopia para los Blazers podía considerarse como ‘bueno’. La definición de ‘malvado’, y ‘gente malvada’ también equivalía a eso.

Pero Pierrot era distinto. Gozaba con el dolor de otros, divirtiéndose con su sufrimiento—era realmente malvado. Absolutamente.

“Creo que estás equivocada. Nosotros no estamos aquí por la gloria. La victoria es lo único que deseamos. Sólo un assassin de segunda se preocupa por los medios. Un profesional cumple las órdenes. Por eso, yo no flaqueo. No titubeo. No tengo piedad. Y ahora que entiendes perfectamente esto, Princesa Carmesí... Qué. Vas. A. ¿Hacer?”

Sus susurros no podían ocultar su oscuro deleite, y sólo sus sonidos encendieron un fuego en el vientre de Stella que podría agitarse y surgir en cualquier momento. Pero sin importar lo que hiciera... no tenía otra opción.

“Perro callejero.”

Soltó ese insulto, y sin pensarlo dos veces soltó a Lævateinn. La cual cayó sobre el suelo con un repiqueteo—

“¡Hyaaaa!”

—mientras el látigo de Deus Ex Machina golpeaba a Stella de lleno.






Todo de acuerdo al plan.

Conforme el tren-látido de Deus Ex Machina golpeaba y golpeaba a Stella, quien habiendo descartado su espada ahora estaba quieta sobre el ring, Pierrot Reisen Hiraga estaba seguro de su victoria. Ciertamente, sería más apropiado decir que su victoria estuvo asegurada desde el principio del enfrentamiento. Cuando ella sugirió insensatamente aquella sanción, atrayendo a los miembros de Akatsuki al ring, él se dio cuenta de inmediato que su intención era vengarse del ataque sobre la Academia Hagun.

Enfrentando una complicada batalla conscientemente por el bien de sus amigos heridos. Jeje, qué bello. Ese buen corazón suyo es digno de respeto.

Ese orgulloso espíritu y esa gentil alma fueron—

—tan fáciles de controlar.

Graciosamente, podía sacudirla como deseara sin el uso de sus hilos. Sólo había sido necesario palabras. Una persona tan amable seguramente nunca podría sacrificar a una inocente como Mikoto Tsuruya para conseguir sus propias metas. Usar a Mikoto como rehén, él hizó que Stella haga su espada a un lado y pierda la voluntad para pelear—este había sido el escenario escrito en su mente desde que el enfrentamiento comenzó. Y Stella había caído en su trampa.

¡El tren-látigo de Deus Ex Machina holpea el suelo una y otra vez! ¿Vermillion se encuentra bien? ¡La nube de polvo que se revuelve está haciendo que sea difícil ver lo que sucede en el ring! ¡E inexplicablemente, Vermillion soltó su espada antes de que comenzara el asalto de Hiraga! ¿Qué intenta hacer al soltar su espada de esa manera?

Lo que sea que esté intentando, esta situación es peligrosa.

Los árbitros alrededor del ring parecían sentir lo mismo—estaban buscando una oportunidad para detener el enfrentamiento. Al ver las circunstancias que los rodeaban, Reisen una vez más golpeó y luego se detuvo. Percibió la sensación del tren golpeando carne a través de los hilos que corrían por cada hendidura del gigante de escombros. Ella no pudo haber esquivado como lo hizo antes. Por eso, esto era suficiente. En cualquier caso, no había intentado matarla. Si los árbitros veían a Stella colapsada y extendida sobre el suelo, iban a detener el enfrentamiento sin dudas.

Así pensó él, y al detener su mano la nube de polvo comenzó a disiparse.

¡El polvo se disipa... ¿qué le ha pasado a Vermillion—?!

El comentarista parecía preguntarse si se encontraba bien, pero se detuvo amitad de la oración—y al siguiente instante cada uno de los espectadores se quedó boquiabierto e impactado, y contuvieron el aliento.

¿Por qué? ¿Se debía a la enorme cantidad de sangre que fluía desde un cráter sobre el ring? No. Se debía a la persona que estaba sobre ese charco de sangre: aunque esa sangre caía en finos hilos desde su cabeza, dicha persona era Stella indoblegable, de pie y recta como un poste mirando fijo a Deus Ex Machina.

¡Increíble! ¡Vermillion! ¡No lo evadió ni se defendió, sino que recibió ese violento ataque sin moverse de su lugar! ¡Su resistencia se encuentra a un nivel completamente nuevo!

Los golpes habían destruido el ring y levantado la tierra del suelo, pero la resistencia de Stella fue tal que ni siquiera se encogió en absoluto. El propio Reisen se quedó esupefacto.

“Eres estúpidamente dura. Pero este enfrentamiento ya se ha decidido, ¿por qué no mejor te recuestas tranquilamente?”

Su voz sonó un poco aburrida. Stella inclinó la cabeza hacia un lado.

“¿Decidido? ¿De qué estás hablando?”

“¿De qué estás hablando ? ¿No acabas de soltar tu espada?”

Sí. El enfrentamiento se había decidido allí mismo. Stella no podía hacer nada teniendo a Mikoto como rehén. Ese era el escenario.

Pero esa fue meramente la conclusión a la que Reisen había llegado luego de haber medido a Stella Vermillion como caballero. Pasaron unos instantes antes de que Stella pareciera entender asintiendo con la cabeza—

“Idio~ta.”

Su rostro ensangrentado formó una sonrisa, burlándose de él desde el fondo de su corazón. Su descarte de la espada no había sido una muestra de rendición al encarar las amanazas de Reisen respecto a Mikoto como su reén.

“Solté mi espada, mi alma como caballero, sólo porque no deseaba cortar con ella a un perro como tú. La espada de un caballero está destinada a batallas honorables—mi alma nunca me perdonaría que la use contra un hombre como tú. No quería usar esta técnica, ya que requiere el apoyo de otras personas. Pero te la mostraré a ti como un regalo especial.”

Conforme hablaba, todos lo vieron, incluido el propio Reisen. Algo que hasta ahora sólo un animal podría haberlo percibido: la imagen de ese dragón de flamas carmesí, irguiéndose sobre el gigante de escombros. Al ser la manifestación del aura de dominación que Stella irradiaba, no existía realmente. Pero para que la acumulación de la magia de Stella irradie tanta presión suficiente para materializar una visión como esta, la técnica no podía ser algo ordinario.

“Ya que Tsuruya-san y los demás están aquí, sólo usaré la parte plana de mi espada. ¡Ve en paz—y al demonio contigo!”

Stella inspiró profundamente, y Reisen sintió que su pulso se aceleraba rápidamente. Sus instintos del bajo mundo le advertían sobre el peligro—si le permitía a ella que terminara lo que sea que estaba haciendo ahora, las cosas se pondrán feas. Siguió esos instintos sin dudarlo.

“¡Marionette!”

A través de las cuerdas de Viuda Negra que él había introducido en el cerebro de Mikoto, le dio la orden de usar Hielo Satinado. Esta orden fue llevada a cabo rápidamente, controlando los ojos de Risa Helada para congelar a Stella.

Pero el pulso del dragón no cesó. Dentro de ese ataúd congelado, los ojos carmesí se encendieron con furia. El dragón rugió.

¡Alma de Bahamut!

Entonces los colores abandaron el mundo. No, iba más allá de la habilidad de uno para percibir los colores, dentro de un remolino de luz y flamas. Surgiendo desde Stella en todas las direcciones, se devoraron a Deus Ex Machina, a la marioneta Mikoto, y a todo el ring, deteniéndose cerca de la aduciencia ya que una pared invisible había evitado su pavance, para luego estallar hacia arriba, quemando a través de los cielos en un pilar de gloria.

Veinte segundos pasaron—y cuando la ardiente luz, tan brillante que uno no podía ver, se disipó, no quedó nada. El ring se había derretido, su césped se había convertido en cenizas, su tierra removida y ennegrecida, como los páramos de una tierra primordial.

Sobre la superficie, Deus Ex Machina lucía como la peor de las vestimentas: su cuerpo de lodo y concreto había terminado como charcos de metal derretido, dejando nada más que un esqueleto de metal rostizado, el cual colapsó sobre el suelo, repiquetando al hacerlo.






Reisen se dio cuenta de la falla en su pensamiento con arrepentimento conforme caía junto a los escombros rostizados.

“Vaya, vaya. El error fue mío, ¿huh?”

Ese grito de batalla, ese poder de antes que había envuelto a todo el ring. Si ella lo hubiera usado desde el principio, el enfrentamiento hubiera acabado allí mismo. En otras palabras, si ella lo hubiera deseado, contaba con la habilidad para poner fin al enfrentamiento sin problemas. Sin embargo no lo hizo, y había una sola razón: Alma de Bahamut era demasiado poderoso. Su área de efecto no estaba limitada a los 100 metros del ring. Tenía el poder para consumir toda la Bahía del Domo, e incluso los alrededores de la ciudad fantasma. Tal cosa no debería usarse ni siquiera en Forma Ilusoria, ya que la Forma Ilusoria sólo era incapaz de lastimar a los humanos, pero el incontrolable calor de esa técnica habría destruido los alrededores por completo.

Con el fin de usarlo, requirió del mencionado ‘apoyo’ de todas personas para mantener su poder dentro del ring. Ciertamente, esta era una técnica que desde su concepción requería la ayuda de otros. Usarlo en una batalla que se enorgullece de un combate uno a uno no era su estilo. Por eso, no quería utilizarla, y leigió seguir peleando sin contar con la ayuda de los demás.

Pero el propio Reisen se había zambullido en la cara de ese estilo, cruzando la línea al usar Marionette con el fin de amenazarla. En el momento que eso ocurrió, en los ojos de Stella este enfrentamiento había dejado de ser una pelea: para pasar a ser la exterminación de una peste.

Liberarla de las limitaciones de un duelo... definitivamente no debí hacer eso.

Él entendía muy bien la razón de su derrota.

Entonces, una sombra lo cubrió. Alzó la vista. Stella lo estaba mirando de manera desdeñoza con su rostro contorneado contra el claro cielo de verano, y las nubes barridas por la tormenta. Sus ojos estaban repletos de desprecio, como si estuviera mirando basura.

Él conocía muy bien la razón. Al ver su cuerpo, ella debe haber sentido repugnancia. Ya que su cuerpo que yacía colapsado sobre el suelo no era el de un humano. Era un títere robótico hecho de metal y madera.

Sí. La persona llamada Pierrot, Reisen Hiraga, nunca había existido. No era nada más que un títere controlado por el Titiritero más habilidoso de Rebelión. Un hombre como ese, quien podía tomar rehenes casualmente en una arena pública, nunca participaría en una pelea limpia, y menos mostrarse en persona en un estadio.

Stella parecía haberse dado cuenta de esto también. Sus ojos no mostraban un ápice de sorpresa, sólo una frialdad distante.

“Parece que no eres una oponente que bailaría en la palma de mi mano. Esta es tu vict—”

Conforme terminaba de pronunciar un elogio superficial, Stella aplastó ennegrecido rostro sin dudarlo. No tenía nada que decirle, ni estaba interesada en escuchar nada de lo que tenga para decir, y así lo aplastó como si fuera una lata vacía. Era así de insignficante a sus ojos. Tras lo cual, quedó una sola persona de pie sobre el ring. El cuarto enfrentamiento del Bloque B, que había comenzado con una sanción sugerida por la propia Stella, acabó.






¿Cómo... cómo deberíamos llamar a esto? ¡Cuando pensábamos que Stella, habiendo descartado su espada y quedado arrinconada, acabaría destruida por esa golpiza, la luz que liberó incineró literalmente todo en el ring, dejando a nadie más que a ella de pie! ¡Incluso el réferi perdió la conciencia luego de ser quedar atrapada en ella! ¡Pensar que había ocultado tal as bajo la manga!

No diría que lo ocultó, sino que ella no quería usarlo.

¿A qué te refieres?

Al ver esa técnica, Alma de Bahamut, se trata meramente la liberación instantánea a máxima potencia del poder mágico de uno. Un equivalente No-Blazer sería como gritar muy fuerte—de ahí que sea una técnica con una ejecución imparable y de tan alto poder. Sin embargo, cuanto más poderosa es, más complicado es de controlar. La prueba de esto es que los réferis fueron atrapados por el estallido, y si no fuera por la barrera que los caballeros mágicos posicionaron en las gradas alrededor del ring, la audiencia, e incluso toda la Bahía del Domo habría explotado. Es una técnica extremadamente peligrosa. Es de sentido común entre los caballeros que tal técnica que podría afectar a los espectadores debería ser restringida en su uso. Después de todo, se enfrentan a la esencia de un caballero—aquellos con poder deberían proteger a aquellos que no lo poseen.

¿Entonces la usó porque había quedado arrinconada?

No... puede que eso también sea incorrecto.

Sacudiendo la cabeza, Muroto bajó la vista hacia la figura de la ganadora en medio del paisaje ennegrecido y chasmuscado con asombro—ya que había logrado discernir la verdadera razón detrás del uso de Alma de Bahamut por parte de Stella.

Eso probablemente sólo fue un disparo de prueba.

¿De prueba? ¿Qué podría estar poniendo a prueba?

La fuerza de aquellos que organizan este festival—en otras palabras, se estaba probando si este Festival colapsaría o no si fuera a ejercer todo su poder... En serio, qué jovencita tan extravagante. Debe ser la primera vez que alguien pone a prueba al comité directivo de esa forma.

Ciertamente esa era la verdad. Contener la fuerza de uno preocupándose por su oponente y por lo que le rodeaba en general, era un hábito que sólo podía provenir de alguien que nació con poder avasallante como Stella. Habiéndose dado cuenta de esto, Nene Saikyou la Princesa Yaksha le había dado este consejo: una vez, debería dejar de lado esa preocupación en alguna etapa temprana del festival.

Además Kuu-chan está en el Festival. Sus defensas no son tan débiles como para que los niñitos tengan que preocuparse o contenerse.

Y tal como había dicho Nene, incluso Alma de Bahamut, la liberación momentánea de todo el poder de Stella, había sido incapaz de lastimar a alguien en las gradas. En el momento en que lo usó, un grupo de Blazers se habían movilizado para entreteger una tela de barreras defensivas. Sus rápidos movimientos hicieron que ella se diera cuenta de que su preocupación era innecesaria. Habían practicado lo suficiente como actuar de esta forma, incluso de manera apresurada—como se esperaba de los caballeros de Japón, quienes se encontraban en la cima de la Liga.

Pero una cosa fue inesperada.

“Pensar que tú fuiste el primero en actuar, Ouma.”

En medio de esas defensas entretejidas, la más rápida había sido la pared de viendo que el Emperador Espada de Viento Ouma había conjurado para enviar el estallido de Alma de Bahamut hacia el aire. ¿Cuáles fueron sus intenciones? Aunque ella no podía asegurar que las comprendía, no la dejaron de buen humor. ¿Era porque él la había ayudado? ¿Era porque había logrado sellar perfectamente su habilidad? Quizás ambos. Por lo cual Stella meramente le envió a Ouma, quien la estaba viendo desde el punto más alto de las gradas, una simple mirada—

Bueno, lo que sea, será.

—para luego voltear y partir lentamente del ring destruido, con su cabello carmesí revoloteando como flamas detrás de ella.






“Buen trabajo. Como se esperaba del Caballero Rango-A de nuestro país, capaz de resistir ese nivel de poder—eso fue espléndido. Estoy más que tranquilo de tener cerca a un joven como tú.”

Dentro de la sala más VIP en un rincón de las gradas, Bakuga Tsukikage, el directo de la Academia Akatsuki, apludía al joven junto a él vestido con ropas japonesas. Sus aplausos por supuesto eran para Ouma por haber defendido a la audiencia de las flamas de Stella.

“Pero como participante, deberías conservar tu fuerza. Aunque no hubieras actuado, Shinguuji-kun lo habría controlado sin problemas.”

Ouma ni siquiera giró para mirarlo mientras respondió.

“Los ‘qué tal si’ son un fastidio. Difícilmente sería interesante si ella fuera a conservar su fuerza otra vez al estar atada a preocupaciones sin sentido.”

Sus ojos afilados como navajas estaban fijados allí abajo en la caballero carmesí, y casualmente, sus miradas se encontraron cuando Stella alzó la vista. Una mirada filosa como cuchilla, rebosando instinto asesino. A pesar de su amarga derrota contra él, sus ojos no mostraban miedo—sino que brillaba un espíritu de gran confianza en ellos.

Al ver eso, Ouma sonrió muy a su pesar.

“Mi corazón canta.”

El aura de Stella era distinto al de antes. Debe haber pasado esta semana de manera muy productiva...

...Con el fin de superarme.

Eso era bueno. La Princesa Carmesí tenía que anhelar esas alturas. Su talento nunca podría florecer si se ponía a prueba con oponentes de tan bajo calibre como El Peor. Derrotarla no significaba nada si ella aspiraba a tan poco. Ese no era el resultado que Ouma deseaba.

Mírame a mí. Anhélame a mí. Después de todo, esto es por tu propio bien...

De esta forma, aunque Mikoto Tsuruya había recibido la ayuda de tres miembros de Akatsuki debido a la sugerencia de Stella de una pelea cuatro contra uno para el cuarto enfrentamiento del Bloque B, Stella los derrotó a todos juntos. Habiendo sido atrapado por la oleada de su avasallante poder, el réferi había perdido la consciencia y no fue capaz de declarar a la ganadora. Pero con mirar la imponente silueta de Stella caminando sola sobre la tierra quemada al dirigirse a la salida, todos los presentes comprendían quién era la ganadora, la que había dominado el Bloque B, fue la Princesa Carmesí. Esto era algo obvio, pueso que había enfrentado a todos los miembros del Bloque B y los había derrotado a todos. Sólo había ganado su batalla de la primera ronda, pero en realidad esta victoria era equivalente a superar todas las rondas dentro del Bloque B.

Esto se volvería realidad en vrece. Yui Tatara, con quien Stella debería haber luchado en el segundo enfrentamiento de la segunda ronda, fue delcarada médicamente incapaz de participar. Entre los participantes del primer enfrentamiento, Rinna Kazamatsuri declaró que abandonaba, mientras que se declaraba la descalificción de Reisen Hiraga por no estar presente en persona.

Tras lo cual, la Princesa Carmesí Stella Vermillion se convirtió en la primera persona en alcanzar las semifinales del Festival de Arte de la Espada de las Siete Estrellas, llegando allí con una sola batalla.







NOTAS DEL TRADUCTOR:

(1) Senben Junka, 千弁楯花: “Escudo de Flor de Mil Pétalos”

(2) Mecha, メカ: A large humanoid machine controlled by a pilot, common to the Japanese science fiction genre of the same name.


Traductor al Inglés: DisavateraMX (Baka-Tsuki)
Traductor al Español
: nahucirujano
Corrección: Sin corrección.


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